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Ola de calor: cuando las temperaturas suben, ¿La tensión también aumenta?

El efecto del clima en la violencia y conducta humana.

De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua, estados como Campeche, Chiapas, Colima, Hidalgo, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Querétaro, San Luis Potosí, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán experimentarán en los próximos días temperaturas máximas de 40 a 45 grados Celsius. En otros, como Coahuila, el suroeste del Estado de México, Guanajuato, el suroeste de Puebla y Quintana Roo, el termómetro oscilará entre los 35 y 40 grados.

A medida que el mercurio se dispara en gran parte de nuestro país, la comunidad científica alerta sobre un fenómeno de calentamiento que va más allá del termómetro: la influencia del calor extremo en nuestro comportamiento. Los estados de Campeche, Chiapas y hasta Yucatán, entre otros, se enfrentan a temperaturas que rondan los 45 grados Celsius, un escenario que podría avivar más que el ambiente.

No es solo México el que siente el sofoco. Datos de Copernicus, el observatorio climático europeo, indican que este marzo global fue el más cálido registrado, superando promedios históricos. Además, la NASA confirma que el año pasado la Tierra registró temperaturas sin precedentes, con picos que sobrepasan en 1.2 grados Celsius lo habitual desde mediados del siglo pasado.

Pero, ¿qué significa esto para nuestra convivencia diaria? Según el experto en psicología Mario Alberto Arias García de la UNAM, el calor no solo nos hace sudar, sino que también podría caldear nuestros ánimos. Estudios evidencian que las altas temperaturas afectan áreas del cerebro que modulan el estado de ánimo y las conductas agresivas o depresivas. En el crisol urbano, esto podría traducirse en un incremento de conflictos y comportamientos violentos, exacerbados por más interacciones sociales al aire libre y una disminución de la vigilancia de autoridades.

El hipotálamo, ese termostato emocional del cerebro, se ve particularmente afectado por el calor. Con sus dos partes responsables de regular tanto la sensación térmica como nuestras emociones, no es de extrañar que un aumento en el termómetro exterior desencadene una subida en la temperatura de los ánimos.

LA NETA es que este vínculo entre el clima y la conducta plantea un desafío para nuestras dinámicas sociales en épocas de calor extremo. Mientras buscamos refrescarnos en lo físico, tal vez sea momento también de cultivar la calma y la cordialidad en nuestras interacciones, para contrarrestar el efecto inesperado del termómetro en nuestro temperamento.

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