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Si yo fuera presidente: Una fantasía politica

Queridos lectores de “La Neta”, hoy les traigo un ejercicio mental más arriesgado que comer tacos de suadero a las tres de la mañana: ¿Qué pasaría si este humilde servidor fuera presidente de México? Agárrense, porque esto va a estar más movido que piñata en posada.

Primero que nada, déjenme aclarar algo: la única forma en que yo aceptaría ser presidente es si me lo pidieran de rodillas y con mariachi. ¿Por qué? Porque, francamente, tengo tanta afición por la política como un gato por el agua. Es un nido de víboras donde hasta el más santo termina oliendo a azufre. Como decía mi abuela: “El que con lobos anda, a aullar se enseña”. Y yo, mis queridos, prefiero seguir ladrando desde mi columna.

Pero bueno, ya que estamos jugando a ser Diosito por un día, vamos a darle. Si por alguna broma cósmica me viera sentado en la silla presidencial (seguramente después de que todos los demás candidatos fueran abducidos por extraterrestres), esto es lo que haría:

  1. Ley de Contenidos o “Ya bájenle a las telenovelas”

Lo primero sería decretar una ley que obligue a todas las televisoras, radiodifusoras y medios de comunicación a producir contenido educativo en horario estelar. Sí, ya sé, suena más aburrido que clase de historia a las 7 de la mañana, pero escuchen:

Imaginen telenovelas donde, en lugar de la típica Soraya que se enamora del jardinero, tengamos a la Doctora Chuchita descubriendo la cura del cáncer mientras come sus taquitos de nopal. O un reality show donde los concursantes tengan que resolver problemas reales del México moderno para ganar. ¿Se imaginan? “Big Brother: Edición Nobel”.

La idea es que el mexicano promedio aprenda por ósmosis televisiva que tirar basura en la calle es tan mal visto como pedirle a tu suegra que te preste para la renta. Que entiendan que tocar el claxon en un embotellamiento es tan útil como un popote en el desierto. Básicamente, queremos una BBC a la mexicana, pero con más chile y menos té.

  1. Reforma política o “No más compadres en el gobierno”

Aquí va una idea loca: ¿Qué tal si los que nos gobiernan tuvieran, no sé, educación?
Revolucionario, lo sé. Mi propuesta es que para ser funcionario público necesites al menos una licenciatura. Y si quieres ser diputado, senador o gobernador, una maestría.
¿Gobernadores y Presidente? Doctorado, mijos.

Imaginen el Congreso lleno de PhDs. Sería como “La Casa de Papel”, pero con títulos en lugar de máscaras de Dalí. Claro, tendremos que pagarles bien. Mejor un buen sueldo que tener funcionarios con las manos más largas que orangután en oferta de plátanos.

  1. Pena de muerte o “Cero tolerancia para bestias

Aquí me pongo serio, porque hay cosas con las que no se juega. Para violadores, secuestradores y asesinos, pena de muerte. Sin pastelitos ni velas. Estos no son humanos, son bestias, y con las bestias no se dialoga.

Sería una ejecución tan mediática que hasta Netflix querría hacer una serie. “Adiós, malandro” se llamaría, y sería más vista que el final de Game of Thrones.

En fin, mis queridos ciudadanos de esta república bananera que tanto queremos, este ha sido mi delirio presidencial del día. Sé que suena más utópico que pensar que algún día el América jugará limpio, pero soñar no cuesta nada (a diferencia de la gasolina).

Y ya saben, si algún día me ven en una boleta electoral, o están muy borrachos o el fin del mundo está cerca. En cualquier caso, voten por mí. Total, peor no podemos estar, ¿o sí?

Ahora, si me disculpan, iré a practicar mi discurso presidencial frente al espejo. “Mexicanos, sus taquitos y sus chescos están a salvo conmigo”. ¿Cómo la ven?

Hasta la próxima, mis futuros gobernados. ¡Que viva México… aunque a veces ni él mismo se aguante!

EMBARO

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