- Advertisement -spot_img
InicioVIRALEsta es la razón por la que México nunca tendrá un sistema...

Esta es la razón por la que México nunca tendrá un sistema de salud, como el de Dinamarca. 

Queridos lectores de “La Neta”, hoy les traigo una historia que me dejó más pensativo que contador frente a la declaración anual: un ingeniero argentino (ya empezamos mal, dirán algunos) viajando por Estocolmo descubrió algo que para nosotros sería como encontrar un político honesto: un molinete de metro con acceso gratuito para quien no pueda pagar.

Sí, leyeron bien. En la tierra de ABBA y los muebles imposibles de armar, existe un paso libre en el metro para quienes, por alguna razón, no tengan dinero para el pasaje. Sin cámaras, sin policías, sin nadie vigilando. Solo confianza pura y dura, como la que teníamos en los candidatos antes de conocerlos.

Nuestro ingeniero argentino, más sorprendido que chilango viendo nieve, le preguntó a la vendedora lo que cualquiera de nosotros preguntaría: “¿Y si alguien tiene dinero pero no quiere pagar?”. La sueca, con una mirada más limpia que conciencia de recién nacido, le respondió con otra pregunta que resume toda una filosofía de vida: “¿Pero por qué haría eso?”.

En ese momento, amigos míos, el ingeniero debió sentirse como me siento yo cuando mi esposa me pregunta por qué necesito otra camisa. Sin respuesta.

Lo más impresionante de la historia es que, mientras el ingeniero pagaba su boleto como buen turista confundido, el paso libre siguió vacío. Nadie, absolutamente nadie aprovechó la “oferta”. En nuestra querida tierra del nopal, ese molinete habría tenido más tráfico que Periférico a las seis de la tarde.

Y aquí viene la reflexión: la honestidad es un valor que libera a las sociedades. Cuando un pueblo logra convertirla en algo natural, como respirar o quejarse del tráfico (esto último solo aplica en México), alcanza un nivel de desarrollo superior. Los suecos no necesitan policías en cada esquina ni cámaras en cada poste porque han internalizado el respeto a las normas.

En cambio, nosotros… bueno, somos expertos en encontrar “el lado amable” de las reglas. Tenemos doctorado en “ahorrito” y maestría en “no se va a dar cuenta”. Somos tan creativos para evadir normas que, si canalizáramos esa energía en ciencia, ya tendríamos colonias en Marte.

La lección, mis queridos lectores, es simple y a la vez imposible: hagamos de la honestidad un hábito. No celebremos al que “se pasó de listo”, no aplaudamos al que “le vio la cara” al sistema. Recordemos que ese sistema, con todos sus defectos, somos nosotros mismos.

Como dicen las abuelas (que siempre tienen razón): “El que roba un huevo, roba una vaca”. Aunque en nuestro país, el que roba un huevo generalmente termina como secretario de algo.

Cultivemos este valor en nuestros hijos, para que algún día, quizás, podamos tener nuestro propio molinete de confianza. Y si no funciona, al menos habremos intentado vivir sin tener que mirar sobre el hombro cada cinco minutos.

En fin, si algún día van a Estocolmo, paguen su boleto de metro. No porque los vayan a atrapar, sino porque, como diría mi madre, “lo barato sale caro”. Especialmente cuando el precio es tu dignidad.

¡Salud! Y que sus molinetes morales siempre estén bien aceitados.

PD: Si están leyendo esto mientras se cuelan en el metro, no se preocupen. Su secreto está a salvo conmigo. Pero recuerden: los suecos los están juzgando desde el frío norte.

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img
Mantente Conectado
16,985FansMe gusta
2,458SeguidoresSeguir
61,453SuscriptoresSuscribirte
Debe leer
- Advertisement -spot_img
Noticias Relacionadas
- Advertisement -spot_img

Deja un comentario