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“El Gran Circo del Populismo: Donde los Politicos Nos Toman el pelo”

Queridos lectores de “La Neta”, agárrense de donde puedan porque hoy vamos a desenmascarar a los maestros del engaño, esos ilusionistas políticos que nos tienen más mareados que borracho en carrusel.

¿Alguna vez se han preguntado cómo es que ciertos “líderes” (y uso las comillas con más fuerza que un luchador aplicando una llave) logran tenernos comiendo de su mano como palomas en el Zócalo? Pues bien, mis ingenuos compatriotas, hoy les revelaré el secreto mejor guardado desde la fórmula de la Coca-Cola y los ingredientes del mole de mi abuela.

Resulta que existe una fórmula mágica, más efectiva que las pomadas milagrosas que venden en el metro, que estos magos de la manipulación usan para controlarnos. Y no, no la inventó David Copperfield ni Criss Angel, sino nada más y nada menos que el mismísimo Goebbels, el tipo que le manejaba la propaganda a Hitler (sí, ese Hitler, no hay otro, por suerte).

La fórmula es tan simple que da risa (o llanto, dependiendo de qué tan cínico seas): “La gente hará cualquier cosa por aquellos que alienten sus sueños, justifiquen sus fracasos, alivien sus miedos, confirmen sus sospechas y les ayuden a arrojar piedras a sus enemigos”. ¡Ta Da! Ahí tienen el ingrediente secreto de la sopa de manipulación masiva.

Es como si estos tipos tuvieran un control remoto universal para el cerebro humano, más efectivo que el de cualquier smart TV. Aprietan el botón de “sueños” y todos babeamos como perrito frente a un hueso. Luego le dan al de “fracasos” y nos sentimos menos perdedores que la selección después de un Mundial. Y así, mis queridos borregos… digo, lectores, nos llevan al matadero electoral con una sonrisa de oreja a oreja.

Estos vendedores de humo son como ese elotero que te jura que su producto es el mejor, aunque todos los elotes sean, en esencia, igual de correosos. Nos dicen lo que queremos oír, confirman nuestras teorías locas de conspiración, calman nuestros miedos como si fueran mamás arrullando bebés y, de paso, nos dan permiso de odiar a quien se nos dé la gana.

Lo peor es que esta receta la usan tanto los de derecha como los de izquierda. Es el aderezo secreto de la política: todos lo usan, pero nadie admite que está ahí, como el tío incómodo en las reuniones familiares.

Ojo, que no todo el que busca el poder es un villano de caricatura. Hay quienes genuinamente quieren hacer el bien común (sí, existen, como los axolotes y los políticos honestos). El problema son esos adictos al poder, esos hedonistas políticos que buscan el cargo como si fuera el último tamal de la fila. Esos, mis queridos, son los verdaderos enfermos, más peligrosos que un nopal en el asiento del metro.

Ahora bien, ¿qué hacemos con todo este conocimiento? ¿Nos tomamos la pastilla roja y despertamos en la cruda realidad? ¿O nos quedamos en la Matrix política, felices en nuestra ignorancia, creyendo que nuestro voto realmente hará que llueva cerveza?

La buena noticia es que, al conocer la fórmula, tenemos el antivirus contra esta manipulación. Es como tener el código de trampas de un videojuego: ya no nos pueden engañar tan fácil. Claro, siempre habrá quienes prefieran vivir en la simulación, más cómodos que diputado en día de quincena, pero para los valientes que quieren ver la realidad en HD, aquí tienen la llave.

Así que ya saben, la próxima vez que vean a un político prometiendo el cielo, la tierra y una torta de tamal gratis, acuérdense de esta fórmula. Pregúntense: ¿está alentando mis sueños o solo los suyos de tener un cochecito nuevo pagado por nuestros impuestos?

En fin, mis queridos despertadores del México profundo, los dejo con esta píldora de realidad más amarga que el café de oficina. Recuerden: en la política, como en Las Vegas, la casa siempre gana. Pero al menos ahora ya saben cómo se reparten las cartas.

Y hablando de repartir, ya es hora de mi mezcal sabatino. Porque, como decía mi tío Chon, “Al mal gobierno, buena borrachera… y mejor conciencia”. ¡Salud, y que viva México… aunque a veces ni él mismo se aguante!

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